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miércoles, 20 de marzo de 2013

TEORÍA DE LOS VALORES (VERSIÓN 201)

                                                        TEORIA DE LOS VALORES
                                                          Antonio Belaunde Moreyra

   Al Reverendo Padre Oscar Alzamora


1.      Verdad y belleza son lo mismo; la belleza es el esplendor de la verdad.
2.      No hay esfuerzo intelectual que no culmine en la contemplación de la verdad alcanzada.
3.      La belleza es la verdad vista desde una actitud contemplativa.
4.      La forma es símbolo portador de la verdad, o queda en lo decorativo.
5.      El carácter eminentemente imaginativo de la belleza no quita nada a su verdad, porque “nunca imagen miente” (Antonio Machado).
6.      Nada más superfluo que el esteticismo.
7.      Lo específico de la verdad es ser buscada en una actitud inquisitiva, explicitante.
8.      La verdad y la belleza son lo mismo que el  bien inherente al ser (predicados trascendentales).
9.      El bien es lo verdadero, lo real, visto como objeto de la voluntad.
10. Así los valores supremos: bien, verdad, belleza, son tres caras que ofrece el ser según el modo en que a él se tienda, es decir, se haga presente a sí mismo (Le Senne).
11. La belleza se capta en una modalidad del ánimo esencialmente pasiva, receptora. Otra cosa es la creación estética.
12. La verdad se capta en una actitud inquisitiva, explicitante, intencionalmente activa, en el sentido de Husserl.
13. El bien se capta en una actitud eficazmente activa, volitiva, que es tender una acción real del ser sobre sí mismo, la cual cierra el bucle del “serse” del ser.
14. La contemplación estética es una presencia receptiva del ser ante sí. El pensamiento está a mitad de camino entre la contemplación y la voluntad.
15. Consecuencia: Todo lo bueno es bello y verdadero, todo lo verdadero es bueno y bello, todo lo bello es verdadero y bueno, aunque no lo parezca.
16. La experiencia de la belleza invita a elevar las fuerzas vitales, a sublimarlas espontáneamente.
17. A veces la búsqueda de la verdad toma forma de creación de belleza.
18. Lo más bello y verdadero es la acción libre (Blondel).
19. La experiencia de la belleza es intuición, inmediatez, pero no es intuición sentimental (Croce).
20. El sentimiento acompaña intensamente a la intuición, porque es su resonancia. La intuición causa al sentimiento y no al revés.
21. La intuición es como pulsar las cuerdas de una guitarra, el sentimiento, la vibración del aire en la caja de madera.
22. La caja de resonancia es indispensable, pero aún más indispensables son las cuerdas.
23. Hay quienes se guían por el sentimiento, pero invierten el orden de las cosas.
24. La intuición es un acto intelectual no explícito, no discursivo, es la captación de un contenido explícito.
25. En la intuición el objeto es captado en su unidad y totalidad, sin análisis.
26. Intuir suele ser captar lo complejo o sucesivo simultáneamente. No toda intuición es temporal (Bergson), la hay también visual.
27. Las intuiciones profundas tienen un contenido paradigmático, arquetípico.
28. Las intuiciones profundas suelen ir acompañadas de un deslumbramiento que dificulta la explicitación.
29.     O la hace innecesaria.
30.     En la intuición suele haber rayo, relámpago y trueno; perolas más de las veces consiste en un presentimiento oscuro que pugna por salir a la luz.
31.     El proceso de explicitación de un contenido implícito es el pensamiento. Pensar consiste en encontrar las palabras que conjuren las intuiciones.
32.   Otra manera de conjurarlas es la creación artística, que abre libre curso a su delicadeza o a su fuerza hacia el canal de un medio expresivo.
33.   El lenguaje es o medio de explicitación, o medio de expresión, y alguna vez de ambas cosas al mismo tiempo.
34.     Más vale vivir que pensar la naturaleza, pero al arte conviene ser pensado.
35.   Empero, la verdad aunque expresada en la obra de arte, suele, o debe, permanecer en ella implícita.
36.  La creación estética intuitiva, directa, se reconoce como inspiración. Es allí donde alumbra el relámpago.
37.        Rivales amantes, inspiración y pensamiento se entrelazan de mil maneras imprevisibles.
38.        El verdadero creador, también en el pensamiento domina a la vez que es dominado, posee a la vez que es poseído.
39.        Es propio de la belleza que nos subyugue, pero su yugo ahonda y expande nuestra libertad.
40.        La experiencia de la belleza es un alto en el fluir de la vida, sólo para continuar luego con más fuerza.
41.        La postulación de la belleza indiferente a la verdad y al bien es una de las grandes mentiras de nuestra época. En el fondo nada más feo.
42.        Es mentida la belleza, o el amor, pensado y no sentido; pero lo que se siente debe poder pensarse.
43.        Al menos en un segundo grado, o sentido sustitutorio, cual es pensar la imposibilidad de pensarlo.
44.        Pensar consiste en situar lo implícito en el marco de lo conocido, ampliando ese marco si es necesario. Eso se hace mediante el lenguaje.
45.        Las palabras son el ancla de las ideas en lo sensible y por ende en la vida en común.
46.        Cuando decimos: “mis palabras no alcanzan a expresar mi pensamiento”, es mi pensamiento el que no alcanza.
47.        El pensamiento surge como subproducto de la comunicación.
48.        Sin el otro, el prójimo, el mundo exterior sería un espejismo sin espesor ni sentido.
49.        La realidad material, objetiva, se estructura como sedimento de la experiencia vital y subjetiva (Jung).
50.        Desde la primera infancia el mundo vivencial y externo se forma gracias a la vida intersubjetiva, que no se puede entender por medios críticos, sólo puede intuirse.
51.        Esto se comprende, porque se pone a prueba, en la soledad profunda, como le pasó a Machado.
52.        No se infiere el tú por proyección ni analogía a partir del yo; se da como dato inmediato, primario.
53.        Sartre lo advirtió al hablar de miradas que “coagulan” el ser, lo congelan. Seguramente también vió las más, llenas de vida,pero no lo dijo.
54.        Fue Antonio Machado quien dijo: Gracias petenera mía, en tus ojos me he perdido, era lo que yo creía.
55.        La alteridad es condición de la identidad: el “verme en el ver con que me miras”.
56.        Sin alteridad no hay objetividad. Quizá fue un camino sin salida para Husserl haber buscado el fundamento absoluto en el “yo trascendental”, como si se dijera tratando de atrapar vivo el pez divino un poco a la manera de Simón el bobito, pescando en su propio balde. No hay punto de partida irrecusable al filosofar (lo mejor del Discurso del método son las reglas provisionales) pero nos está abierta la vía experiencial, fenomenológica, del “yo empírico” que vive en la alteridad (vía seguida por Bergson, Scheler, Hartmann, Heidegger, Jaspers, Marcel, Berdiaeff, et all).
57.        El solipsismo es tan refutable como indemostrable, pero para que entren la luz y el aire hay que abrir las ventanas, o “el movimiento se demuestra andando”.
58.        La búsqueda de la verdad es un esfuerzo común, pero no gregario.
59.         Nada más personal que el asentimiento (el verdadero, con cumplimiento “impletivo” del significado, o sea lo que Descartes llamó “ideas claras y distintas” –Husserl).
60.         La inteligencia común es una capacidad adaptativa, mimética: la inteligencia no común es hija de dos fuerzas: la fuerza de la intuición y la fuerza de la voluntad.
61.         La intuición se suele hacer presente como resistencia invencible a la enseñanza convencional.
62.         La dificultad en comunicar la intuición es causa de duda y angustia.
63.         El silencio puede ser opresivo, de allí el misterio de la Visitación.
64.         El juicio o acto de pensar, consiste en la realización “intencional” del predicado en, o por, el sujeto.
65.         El sujeto es mención de algo existente, dado o supuesto como tal (Strawson); el predicado es mención de una posibilidad de eso dado (congruencia); el juicio actualiza “intencionalmente” esa posibilidad en lo dado, o se la imputa.
66.         Intencional quiere decir en este caso libre pretensión de verdad, claro que sujeta a la razón suficiente.
59.         En inglés “entender” se dice “realizar”, y formarse un criterio, “decidir”.
60.         El juicio es un conato de libertad.
61.         La realización intencional se expresa mediante el  verbo; por eso el verbo lleva la flexión temporal. No la llevara si no fuera acción. (A veces la acción intencional se redobla en una acción real, por ejemplo en el modo imperativo, o en lo que los analistas ingleses llaman los verbos “auto-ejecutivos”: jurar, prometer, confesar, etc.)-
62.         “Nada hay en el entendimiento que no estuvo antes en los sentidos”, salvo el germen de la libertad (creemos que así debe entenderse la teoría aristotélica del intelecto activo).
63.         El que duda de su libertad encuentra en la libertad de su propia duda su asidero, salvo que prefiera renunciar.
64.         No puedo libremente desconocer que soy libre, ergo soy libre.
65.         Sólo el ser racional es libre (Moral a Nicómaco). Sólo el ser libre es racional.
66.         Razón y libertad, dos implicantes recíprocos que no se confunden.
67.         Nadie puede darme la libertad de pensamiento, sólo yo puedo dármela.
68.         La vida del Ser trascendente trasciende a mi razón: pero no puedo desprenderme de esta sino a costa de dejar de entender lo que me es dado, y de ser libre ante ello.
69.         La libertad es la capacidad de elegir, o libre albedrío, pero más que eso es la energía misma de la elección.
70.         Mejor que existente sin esencia, potencia autoactualizante (contra Sartre).
71.         Mejor que ausencia de determinación, determinación desde dentro, más actuante cuanto más actual.
72.         La libertad, o sea la voluntad libre, forja el futuro sobre el yunque del pasado en la fragua del presente, ahora.
73.         La conciencia del presente es la autoconciencia, o auto presencia de la libertad.
74.         La libertad es energía, ella vence la inercia que llevamos en nosotros mismos. Ese es su principal condicionamiento.
75.         La libertad humana ha roto la inercia del equilibrio biológico del mundo, peligrosamente.
76.         Sólo el ser libre es condicionable, o coactable; Dios aparte, sólo el ser condicionable es libre. Mis condicionamientos no prueban nada contra mi libertad.
77.         Los contrarios se implican recíprocamente, pero lejos de confundirse, es su contraste lo que los hace patentes.
78.         La oposición de los contrarios no se resuelve en un nivel neutro, indiferenciado, como creen algunos. Se resuelve en el triunfo trascendente del valor positivo.
79.         Podemos pensar un sumo bien, una suma verdad, una suma belleza, una suma libertad, un sumo amor. No podemos pensar un sumo mal, una suma falsedad, una suma fealdad, una suma esclavitud, un sumo odio.
80.         Los contrarios positivos son inherentes al Ser, los negativos tienen una entidad prestada (San Agustín).
81.         En otro contexto, la armonía del cielo y de la tierra (del “yang” y el “ying”) consiste en que ésta se deje penetrar e informar  por  aquél.      Algo  semejante ocurre en el “misterium conjunctionis” de la Alquimia.
90.     La fuerza del “yang” es la energía de la libertad.
91.     Desde ese punto de vista la libertad es el sumo bien.
92.     El imperativo categórico de Kant: sed libres.
93.     El imperativo categórico no se infiere de los imperativos hipotéticos. Es algo radicalmente distinto.
94.     Hay una dialéctica generativa de los valores a partir de la libertad, pero no en un “topos uranus”, sino en la contingencia, la temporalidad, la vida, la alteridad, la mundanidad (corrección a Scheler).
95.     El hombre no es libre ante los valores porque los engendra y los dicta su propia libertad.
96.     No puede crearlos ni inventarlos, pues los llevamos dentro. Sólo los puede escoger en la medida en que los mismos valores lo permitan (corrección a Sartre).
97.     El hombre no es libre ante la verdad porque es la verdad quien lo hace libre.
98.     Los valores son propiedad del ser, no valen porque son reconocidos sino son reconoci-
dos sino porque valen: valen porque radican en el ser mismo, en tanto que flexión sobre sí, o no son nada.
90.     Los valores son cualidades terciarias en un sentido no previsto por Locke, el de lo intersubjetivamente, el de lo real.
91.     El “ante sí” y  “por sí” del ser en el ser contingente y potencial del hombre (Heidegger) proyecta los valores sobre lo dado y lo dable como anticipo y premio de su deber ser.
92.     Lo axiológico es ontológico. La jerarquía de los valores de los seres y aconteceres según su participación en el Ser.
93.     Los valores convergen en la idea, el arquetipo y divergen en las mil formas en que se  “posan” sobre los seres concretos. La diversidad es consecuencia de la “materia signata”.
94.     Las ideas platónicas, más que cuños conceptuales, son arquetipos valorativos; más que abstractas generalizaciones noéticas (Aristóteles) son caracterizaciones ejemplares (Lavelle).
95.     El universal aristotélico es genérico y deja abiertas, como accidentales al género, las determinaciones específicas y particulares; el universal platónico, en cambio, enfatiza selectivamente la plena realización de las posibilidades ínsitas en la especie, en lo que estima válido por antonomasia. Ambos enfoques son correlativos y complementarios.
96.     Las determinaciones concretas, aunque accidentales a la especie, suelen ser esenciales al individuo (Duns Scoto).
97.     Sin embargo, lo individual no es tanto un conformación característica, sino la existencia misma en cuanto tal, o sea el foco de la conciencia y la libertad. El yo o el tú únicos e irremplazables.
98.     Toda particularidad es de suyo una posibilidad genérica, pero la existencia humana, libre, engendra y actualiza su propia estructuración particular. La voluntad libre es también instrumento de la manifestación trascendente.
99.     La idea apunta a un contenido ontológico, o esencia, que es virtual en sí –sólo es real en lo existencialmente dado- pero su virtualidad dimana del Ser absoluto y en él radica.
100. Toda esencia, o contenido ontológico virtual, es un modo de participación en el Ser en sí. Por eso en la lógica de los valores, como dijo Antonio Machado, cuando más se abarca más se aprieta.
101. En el contenido ontológico virtual, o esencia, irreductible a mera no contradicción, y por lo tanto no formalizable, radica la posibilidad a priori de lo dado. Si el Ser no fuera, nada sería posible (Parménides).
102. La realidad de las ideas es en realidad a secas, o sea la de los seres concretos, pero ella se funda en el Ser que la trasciende (Santo Tomás).
103. Hay seres, luego el Ser es.
104. La idea china del Tao, al menos en alguno de sus aspectos, aclara la relación entre el Ser de Parménides y el devenir de Heráclito.
105. Si eso es así, entonces la serena, “inconmovible entraña” del Ser parmenídeo, “tan bellamente circular” es también heraclitana caja de Pandora desde donde sopla y se proyecta sobre la multitud contingente, en armonía o contraste, en paz o en guerra tumultuosa, la metamorfosis incesante, potencialmente infinita,    del    espectáculo    del    mundo
-voluble luz, variable enfoque, recurrentes perspectivas, quieto horizonte- sin que ninguna nota disuene en el acorde universal, que amor, creador, despliega, modula y entona.
115. La tercera parte del poema de Parménides, “de la apariencia en pareceres”, parece haber tenido la misma intención, pero quedándose más cerca de la concepción hindú del mundo como ilusión, “Maya”. La visión mística cristiana de la criatura como “nada” ante el ser actualmente infinito de Dios, no es ajena a su acento similar.
116. Como quiera que eso sea, la existencia contingente, más que principio de individuación, es actualización (siempre individual) de algo intrínsecamente posible; en el hombre esa actualización no es angélica, no es existencia pura de la esencia, porque le es esencial estar afincado en lo biológico y por ende en la materia. En ese sentido la “materia signata” se aúna a la existencia como principio  de individuación.
117. A la actitud natural el valor se da en la concreción existencial de lo eidético, el paso a   la   actualidad,   que   transcurre   con  el
intersubjetivo “estar en el mundo”.
118.Los valores son encarnados, vistos    conceptualmente en la idea pura, se nos ofrecen como formales; lo que los colma de un contenido material concreto es la vida, que se sustenta en la “materia signata”.
119.Concibo con Teilhard de Chardin la matera como soporte, que es a la vez la condición y límite, a la manifestación de la realidad subjetiva –el ser flexionado sobre sí- que la trasciende y la pervade, permeándola y penetrándola por todos sus resquicios. Es buena la ciencia de la materia en sí (Física-Química) pero mejor ha de ser la olvidada ciencia de su relación con el espíritu, sin la cual entre otras cosas, no podrá entenderse el enigma de la vida. Es propio de la búsqueda auténtica de la verdad abrirse a las sorpresas de lo desconocido.
120. La libertad prolonga el impulso el impulso o élan de la vida, se enraíza en ella (Bergson).                                                      
121.La vida vence la inercia de la materia. El reino animal vence la inercia de lo vegetativo. La libertad vence la inercia genésica de lo biológico.
122.El placer y el dolor no son subproductos excedentes (epifenómeno) del arco reflejo; son su articulación misma.
123.Entender el ciclo vital como un círculo cerrado es petición de principio.
124.La eclosión de la vida es don sobreabundante, gratuito. Lo mismo ocurre con la libertad.
125. Tamas, o lo concupiscible,
        Rajas, o lo irascible,
        Salva, o lo espiritual;
        las tres “gunas” del ascenso a la libertad.
126.La captación de los valores progresa con el afincamiento del ser del hombre en el Ser absoluto.
127.Parece ser que se intuye, se conoce, se desea, en la medida en que se es (Huxley).
128.No somos siempre libres de culminar nuestros proyectos; pero siempre somos libres de aceptar o rechazar, según debamos.
129.La libertad es menos hacia fuera que hacia dentro.
130.Moral no es juzgar a los demás, sino conocerse a sí mismo.
131.El gran Yu dijo: “Ahonda en todos tus propósitos y obsérvalos a la luz de la sabiduría”.
132.El hombre moral es intransigente, consigo mismo.
133.Lo absoluto de la libertad es un reducto irrenunciable que nunca nos abandona. De allí el “verme” de la conciencia (San Ignacio).
134.El imperativo categórico de la libertad es vencer la inercia.
135.O si se prefiere, ser la aceleración que gobierne el impulso adquirido.
136.Pero la libertad tiene su propia inercia en el orgullo.
137.La soberbia suele serla inercia de los grandes libertadores, pero no de los más grandes.
138.Hay una forma virtuosa de orgullo: el pundonor.
139.Se nos ha dicho: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
140.Quien lo dijo sabía bien que el que no se ama a sí mismo no puede amar al prójimo.
141.El amor propio legítimo da lugar al pundonor.
142.Lo contradictorio del amor no es el odio, sino el desprecio; pero el que se desprecia a sí mismo, odia a todos los demás.
143.El pundonor es fruto de la necesidad de tenerse en estima, sin complacencia, sin vanidad.
144.Los Salmos dicen que la ley de Dios hace libre.
145.La ley moral se suele percibir como inhibición, pero ella es ante todo lucha contra la inercia, afirmación de la libertad, motivación en el pundonor.
146.En este sentido el deber es el honor; eso es lo que olvidó Tartufo.
147.La moral es una búsqueda de nobleza en la vida. (Tal el fondo de la protesta de Nietzsche).
148.Inmoral es lo débil, lo bajo, lo turbio, lo innoble, lo siniestro.
149.Moral es lo fuerte, lo elevado, lo limpio, lo recto, lo diestro.
150.La Etica se hunde en una raíz biológica: los sentimientos morales por excelencia son el coraje y la ternura. Mucho en la Etica es la transposición al nivel racional humano de esas emociones arraigadas en el instinto.
151. Mucho, pero no todo. La moral parte del instinto, mas a medio camino se desprende de él.
152.”Mens sana in  corpore sano” una gran verdad a medias.
153. La moral aquende la ley es pundonor, allende es desapego.
154. El desapego, o virtud de la pobreza, es desprenderse del fruto de la acción, y mejor aún, de su mérito (Bagavad Gita, Meister Eckart).
155. La moral sin desapego se tuerce, se vuelve fariseo.
156. En la vida, como en el deporte, se trata de ganar puntos, pero lo que realmente interesa es la intensidad del juego.
157. Los fines externos de nuestra acción, por válidos que ellos fueren, no nos pertenecen. Apropiárselos es la “vanidad de vanidades” que dice el Eclesiastés.
158. Al cabo lo que nos queda es el empuje que pusimos, la vivencia pura.
159. El que se complace con la propia virtud se ciega a los valores. Eso no impide la satisfacción del deber cumplido.
160. Se ama lo valioso, mas para ello hace falta prejuzgar, otorgar el valor (Scheler). No se suele reconocer el valor sin una apertura generosa del espíritu.
161. El amor cosecha la belleza, pero mejor la siembra y la hace germinar.
162. El amor es trascendimiento de la libertad.
163. La libertad que no se abre a los demás, a alguien siquiera, que permanece cerrada sobre sí misma, es irremediablemente inercial.
164. Voluntad que no ama o se dobla o se quiebra.
165. El amor es un reposo de la libertad que la nutre y la libera de su propia inercia. Es el jugo de la vida.
166. El amor es una introversión extravertida.
167. También es una extraversión introvertida, según género y caso (Jung).
168. La reciprocidad es ley en clamor, pero lejos del “do ut des” sinalagmático.
169. Nada más libre que el amor, pero no que el amor libre.
170. Carpe diem: el amor es la hora de la verdad, sobre todo frente a esa otra hora. La muerte.
171. Sólo un amor humano incondicionado puede ser símbolo portador del amor infinito.
172. Según Max Scheler el acto moral por excelencia es el prejuicio favorable de valor, es prejuzgar el valor del prójimo, otorgar el valor libremente.
173. Tal la forma más liberal de ser libre. Más para otorgar el valor hay que tenerlo porque nadie puede dar lo que no tiene.
174. Sin embargo, hay quienes para dar toman prestado. Para ellos sin duda habrá una bienaventuranza.
175. Lo contrario a otorgar el valor es negarlo, o sea desdeñar, despreciar; pero esto es cerrarse sobre sí mismo, esterilizar el propio valor.
176. No matarás significa también no desdeñarás, no dañarás con tu desprecio, no negarás el don de la vida. Lo demás deviene entonces por sí solo.
177. El buen samaritano “se compadeció de él”, es decir le dio todo su valor a quien aparecía de todo despojado.
178. Sin duda lo precedente no niega obvias consideraciones de sentido común. La cosa no puede entenderse en términos de casuística sino de voluntad y temple de ánimo.

179. En suma, lo esencial es la apertura: libertad que no se abre se extingue. La libertad culmina en el don de sí, en el amor.
180. Dar de sí es la esencia de la libertad, es aceptar una participación, si así fuere dolorosa, en la gestación universal. No es otro el sentido del Himno a la Alegría (Schiller-Beethoven).
181. La ruptura decisiva de la inercia es la apertura total al Ser en sí, quien más allá del Universo se nos ofrece Uno y absoluto.
182. Dios es el ser necesario, el ser cuya posibilidad exige su necesidad; por lo tanto, si puede ser, no podría no ser (argumento ontológico en Malebranche y Leibniz).
183. Si no nos fuera dado creer en Dios querríamos al menos esperarlo con una esperanza hecha de nuestra angustia y de la absoluta necesidad de no rendirnos a la nada (Unamuno, Machado, Sertillanges).
184. Dios creó el mundo y la vida y sin El ni la vida ni el mundo tienen sentido.
185. Creer en dios es postular el sentido del mundo  y  de  la  vida;   es  coadyuvar  al
conservarse verde este valle de lágrimas.
186. El sentido del mundo y de la vida consiste en que en el despliegue de su inagotable variedad y multiplicidad se manifiesta la intensidad infinita de ser que está contenida en el Ser uno y simple de Dios (René Guénon).
187. La naturaleza nos asombra, nos aterra y nos encanta; manifiesta la Majestad omnipotente y la munificente Providencia.
188. El temor reverencial que inspira lo sagrado y numinoso (Otto) se transmuta o se transforma gracias a la revelación del amor divino.
189. La revelación cristiana ha transformado el tiempo, que fue “eterno retorno”, en el vector histórico tendido hacia lo Eterno (lo cual es más que la teofanía del tiempo de que nos habla Mircea Eliade).
190. El motor de la Historia no es el afán de la rebeldía sino la sede de infinito, aún cuando desplazada a lo terrenal.
191. Fue Hegel quien sacó la plena consecuencia el que en la aventura de la libertad en la Historia culmina –o tras ella ha de culminar en despliegue de invívita lógica, la manifestación de las virtualidades germinales inherentes en el ser divino.
192. En otras palabras, también la Historia es obra suya, en la que El se expresa al través de la libertad humana. Es por allí por donde hay que elevarse al misterio de la predestinación.
193. Los designios de Dios son insondables, pero el mundo, la vida y la Historia demuestran de interminables maneras, al revés y al derecho, un solo teorema: el teorema del amor divino.
194. Para entenderlo hay que abrirse a Dios, hay que optar por El y aceptar su voluntad.
195. En veces eso exige apurar antes el cáliz de la nada.
196. Aserto o pregunta: No te hablé a escondidas en un país tenebroso, no dije a la estirpe de Jacob “buscadme en el vacío”. (Isaías).
197. La intensidad estridente, llegado el caso insoportable, del dolor y la angustia amenaza quebrar el acorde en la armonía universal, pero el amor de Dios lo restaura. Postulamos que el aparente sin sentido del mal tiene por sentido dar al bien la ocasión de ser más fuerte y, sobre todo, más profundo. Así de algún modo el mal posee un valor iniciático y a su pesar trasunta y despliega el bien inherente al Ser, tanto puede ser trágica la grandeza y la belleza de la vida. Esto supone la esperanza trascendente en que la muerte no dice la última palabra. Esa esperanza se nutre y se eleva al aceptar el misterio impenetrable del plan divino, quien tolera que el espíritu del mal, usurpándolo, se haya enseñoreado del mundo, donde el Bien sobrenatural se oculta, y actúa en apariencia, por así decir, subrepticiamente, a fin de dar la medida del amor como “Rettung” salvación, redención. De allí las bienaventuranzas evangélicas.

Pero la Majestad de Dios, el Señor, será manifestada. Todos los pueblos lo han de ver porque así Dios, Nuestro Señor, nos lo ha anunciado. (Isaías).

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. El Héroe de Judá triunfa con poder y ascendió a los cielos. El volverá con un ejército de ángeles y su reino no tendrá fin.
Entre tanto creámosle, esperémosle, amémosle.
198. La apertura a Dios, el Ser trascendente no es posible sin la apertura a quienes nos son dados de inmediato, inmanentes en el mundo, al prójimo, que dijo Cristo.
199. El prójimo, tú o él, no es el prójimo pensado, sino el vivido.
200. El amor al prójimo no es cosa de ideología, ni praxis político-social, ni nada por el estilo; es un puro compromiso existencial.
201. El amor a Dios no se agota en el amor al prójimo, pero allí suele empezar.
       En el amor a dios la energía incansable que es la libertad encuentra su reposo nutricio, donde se evita que ella, librada a sí sola  se quiebre. Ese descaído no es inercial sino, tras la espera del milagro de la resurrección, es ascenso sin fin al Dios infinito, Uno y Trino, y participación filial en su excelsa vida.
       Sublime en bellaza es sólo la que penetras en algo el misterio del sentido divino de la creación y la existencia. Supremo en el saber es sólo el saber que en alguna medida   desvela   el   plan   del  Creador.
Heroico es el esfuerzo supremo de la voluntad sólo cuando acepta la voluntad de Dios. Santo es sólo aquel a quien Dios escoge para que se entregue al amor divino y de El dé testimonio.

Séanos de tiempo en tiempo dado respirar, siquiera en pensamiento, el aire puro y luminoso de las cumbres, para que al volver a la vida común y cotidiana podamos gustar la experiencia que ella nos ofrece de belleza, de verdad, de bien, y entender en su dimensión profunda el llamado a trascender la libertad en el amor. Se nos ha revelado que Dios es amor. La consumación del amor es la unión a Dios, que nos permitirá ver desde El al Mundo.*

Bogotá, 24 de junio de 1981.

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*No hemos querido interrumpir hasta el final, estimado lector, con ninguna nota la lectura de la Teoría de los valores (versión 201), para que advierta la sublime trabazón armónica que logra Belaunde entre la filosofía y la teología, tal como fue en la historia misma del filosofar hasta el siglo xvii, antes de la llegada de la Ilustración y del triunfo del racionalismo moderno. Su sublime penetración en el misterioso sentido divino de la Creación y de la existencia responde a su profunda fe cristiana y a sus innegables virtudes de carácter que posibilitan la apertura hacia aquella participación filial en la eminente visión de la infinita voluntad de Dios.  Su pensamiento nos ha hecho contemplar la excelsitud estética de la belleza que nos subyuga, comprender el espesor solidario con el prójimo que nos rodea, remontarnos a la dimensión profunda de la trascendencia, al anclaje de la libertad en la verdad, la pluralidad de los seres en el Ser, a las cumbres amorosas del evangelio,  y a la consumación de nuestra existencia en unidad con Dios.
 Belaunde es un vigoroso filósofo cristiano que encuentra la originalidad sin proponérselo, para entenderlo hay que abrirse a Dios primeramente, pero su bondad y sapiencia sin ufanía es tan carismática que uno termina por comprenderlo restaurando la fe perdida. Es una influencia benéfica leerlo y tener la suerte de conocerlo y ser su amigo, como en mi caso. Su Teoría de los valores sintetiza todo su rico y complejo pensamiento filosófico, trazando un camino en el derrotero de la filosofía peruana. Podría discutirse si lo que hace aquí es filosofía asuntiva, que piensa temas universales, o filosofía afirmativa, que piensa nuestra realidad nacional, pero el dilema es gratuito dado que el enfoque hunde su raíz en la invívita condición humana. No obstante observando el conjunto de su obra sí es posible considerar a Belaunde como un filósofo a la vez afirmativo-asuntivo.