Vistas de página en total

miércoles, 20 de marzo de 2013

PARA UN LIBRO SOCIAL CRISTIANO

PARA UN LIBRO SOCIAL CRISTIANO
Antonio Belaunde Moreyra


Señores: me es muy grato participar en la presentación de este libro de mi amigo Willy Quevedo Tamayo titulado “Los Cómicos”. Yo tengo con él una amistad reciente pero muy bien trabada. El me buscó en vista de que es amigo de mi sobrino carnal Pepe Hernández de Agüero Belaunde; así mismo tiene amistad con otro pariente mío mas lejano, Juan Pablo Alayza quien entiendo ha organizado este evento y está por eso presente y es a su vez amigo de alguna hija mía; por último tenemos otro amigo en común en la persona de Bruno Buendía Sialer, quien desde hace un tiempo ha hecho sus pininos como escritor y como editor y también está presente.

Es claro que esta amistad ha surgido no obstante la diferencia de generaciones, pues todos ellos son contemporáneos de mis hijas; pero eso no le impide ser sólida y bien arraigada, sobre todo porque ambos compartimos la adhesión al pensamiento social cristiano.

Es bien sabido que el pensamiento social cristiano. Debe aclarar para evitar cualquier equivocación que el pensamiento socialcristiano y democracia cristiana son básicamente la misma cosa, sólo que lo primero insiste obviamente en los aspectos sociales y lo segundo consiste en un partidarismo político. Por lo demás no es la única expresión que tiene tal alcance, pues en el Perú popular cristiano significa una formación política de igual propósito.

El social cristianismo es la doctrina que se funda en la doctrina sociopolítica de la Iglesia católica; ella  es una consecuencia mundanal de la fe. Ese pensamiento encontró su forma explícita y decisoria en la  encíclica Rerum Novarum promulgada en 1898 por el Papa León XIII y tuvo un inmediato proselitista en el luchador social belga de apellido Le Man, es de notar que en latín el nombre de la encíclica significa cosas nuevas, pero el año en que ella apareció se cumplió el cincuentenario del “Manifiesto comunista” lanzado al mundo por Carlos Max y Federico Engels, ó sea no eran tan nuevas. Sin embargo ella respondió a algo innovador en la historia: La industrialización del mundo atlántico norte y los consiguientes movimientos sindicales, estos fueron en un principio difíciles de asimilar o entender para la iglesia, prueba de ello es la anterior encíclica Quod Apostolici Muneris del propio León XIII; hubo así un proceso de maduración en ese santo padre. Todo ello tenía un basamento en la práctica secular por la iglesia de las virtudes de justicia y caridad que son parte esencial de la moral cristiana.

El social cristianismo se manifestó primero en Europa en la forma de movimientos sociales  de opinión, algunos especialmente en Francia y Alemania anteriores a la encíclica misma. Es importante señalar que en España hubo un pensador político católico, el señor Donoso Cortés, que es un serio precedente de nuestra doctrina en lengua española, en fin, los partidos políticos vendrían mas tarde, es decir después de la segunda guerra mundial.

Hubo no obstante una excepción, durante la república de Weimar, ó sea en el período de entre guerras, tuvo mucho peso en Alemania el partido Católico de Centro, cuyo principal líder el canciller Brunin hizo esfuerzos denodados por evitar la catástrofe en ciernes, cosa que el Presidente de esa república el mariscal Von Hindenburg no comprendió. Lástima grande.

Los demás partidos de inspiración social cristiana vendrían después de la segunda guerra mundial, pero es de notar que tuvieron un gran éxito temprano. En efecto, el empeño por realizar la integración europea fue obra de líderes y de partidos demócrata cristianos. El entonces ministro de Relaciones Exteriores de Francia el Sr. Robert Schuman lanzó el plan que lleva su nombre para la creación de la así llamada Comunidad Europea del Carbón y del Acero, “CECA”. En eso acogió las ideas de su asesor un hombre inteligente y valiente, de apellido Bonet, economista, y Schuman lo sometió al canciller de la República Federal de Alemania Konrad Adenauer y al Primer Ministro de Italia Alcide de Gasperi, quienes lo adoptaron. Luego adhirieron los tres gobiernos del VENELUX: Bélgica, Países Bajos, llamado también Holanda, y el gran Ducado de Luxemburgo, entre los políticos de tales estados destacaba el belga Henri Spaak, todos ellos demócratas cristianos. El tratado correspondiente se firmó creo en París en 1951. Es de notar que lo que hizo posible la firma de esta tratado fue la reconciliación entre Francia y Alemania en la cual Italia y el Venelux jugaban a su vez su papel. Esa reconciliación se debió al hecho de la derrota de Alemania unida al gran fracaso que tuvo Francia en la campaña de 1940. Francia quedó al final entre los vencedores pero había sufrido un golpe tan tremendo que le valió la experiencia y la necesidad de moderar su antigermanismo. La política de Clemencau, la cual fue en buena medida responsable de la guerra, quedaba totalmente superada. También tuvo algo que ver el deseo de reparar el Holocausto anti-israelita, y así como también el antigitano, que no fue menos condenable.

Hubo después al promediar la década de los 50 un intento fallido de comunidad europea de defensa, el entonces primer ministro de Francia, político radical Mandes France se las arregló para echarla abajo lavándose las manos pilatescamente, pero quizá fue mejor así.

En cambio en la segunda mitad de la década se negociaron dos tratados de integración, uno concerniente a la energía atómica que culminaría en la EURATOM y el más importante, concernía a la Comunidad Económica Europea, los tratados correspondientes fueron firmados en la milenaria ciudad de Roma el año 1957. La integración europea estaba lanzada. A partir de allí ella fue creciendo incontenible aunque no sin vencer dificultades y hoy en día abarca casi todo el continente europeo. Creo yo que eso lo hizo posible la confesión social-cristiana de los iniciadores del proceso.

Otro triunfo de la democracia cristiana aunque este menos inmediato, concierne a la reunificación de Alemania, como se sabe a raíz de su derrota, y perdidas la Prusia Oriental, la Pomerania y la Silesia, Alemania fue dividida en cuatro zonas de ocupación: la británica al Norte, la norteamericana al centro y sur, y la francesa dividida en dos partes insertadas en la norteamericana más la zona soviética en Oriente. Por último, queda mencionar el enclave de Berlín, que se dividió a su vez en cuatro sectores. En las tres zonas occidentales se instauró en 1949 la República Federal de Alemania, y los soviéticos no pudieron menos que fundar la llamada República democrática con Ulrich de gobernante fantoche. Pero esa distribución era para todos provisoria, todos buscaban la reunificación de Alemania. El Partido Social Demócrata encabezado por su líder el señor Schumacher propugnaba un trato directo con la Unión Soviética. Adenauer comprendió de inmediato el peligro de semejante política ya que aquella sometería la reunificación alemana a sus propias condiciones. El se mantuvo firmemente leal al apoyo de Estados Unidos y a la Alianza Atlántica que por entonces se había formalizado.

El tiempo le dio la razón. Pues en 1989 cayó el Muro de Berlín y a consecuencia de eso, dos años después, se derrumbó la Unión Soviética con lo cual la unificación pudo hacerse libremente y en términos realmente democráticos. Este triunfo es asignable a un político demócrata cristiano aunque ya para entonces había desaparecido. A Adenauer se le aplicaba el nombre canciller de hierro que antes se había usado para Bismarck; pero con mayor mérito que éste, pues Bismarck para lograr la unidad alemana culminó su política humillando a Francia; es de recordar que el segundo Reich fue programado en el maravilloso Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Eso sembró el espíritu de revancha que generaría las dos guerras mundiales, las cuales alguien ha calificado de catastrófica guerra civil europea.  Adenauer en cambio propició la reconciliación, la paz, la amistad y la colaboración, entre las naciones europeas. El hierro en su caso, aunque no menos enérgico, fue benigno y sembró un legado positivo que todavía dura y es de esperar que siga durando.

Hemos dicho que los partidos políticos suponen un parlamento, sin este los partidos no son posibles pero ellos normalmente suelen ser precedidos por movimientos sociales de opinión, tal fue notoriamente el caso de México donde surgió el sinarquismo, que no era un partido pero si una organización encargada de propalar el punto de vista social cristiano y para eso tenía su propio órgano periódico de expresión.
 
Decimos que los partidos demócratas cristianos llegan por lo general tarde a la política europea y también a la americana, después de la segunda guerra mundial. La historia plurinacional de los partidos según el sociólogo y politólogo francés Mauricio Duverger esta ligada a la evolución de las ideas políticas, cosa perfectamente lógica, pues al cabo cada partido debe tener su ideario.

Pero es claro que no hay partidos sin parlamento. En el antiguo régimen se llamaba partidos a las corrientes de intereses y de opinión de los grupos que competían por el favor del Soberano, a quien se le llamaba así porque se le consideraba un participe de la MAJESTAD DIVINA, sustantivo que también se le aplicaba por la misma razón. Pero esos no eran partidos. Un cenáculo consultivo como era el propósito de Hegel en el esquema que propuso para el estado prusiano no es un parlamento. Tampoco lo fue en el Perú el cuerpo consultivo que asesoraba al gobierno militar de la Fuerza Armada.

A propósito, yo considero que el almirante Giampietri  ha estado equivocado en su plan de homologación de los emolumentos de los oficiales superiores de las fuerzas armadas con los de los parlamentarios. Tengo por el almirante la más alta estima y estoy convencido que las acusaciones que se le hicieron hace un tiempo eran calumniosas pero su última iniciativa es un error. El ha dicho que lo que interesa no es el aspecto económico sino el eidético; pero es por ahí donde su razonamiento falla. Todo parlamento es un cuerpo deliberante con capacidad legislativa sometido al juicio popular por el voto. Las Fuerzas Armadas no tienen esa característica. Además los parlamentos tienen facultades de censura cosas que las Fuerzas Armadas en principio tampoco tienen. Sus respectivas funciones son pues completamente diferentes y ahí que entre ellas haya una diferencia de orden o jerarquía.

Esto no quiere decir que yo haga mío el parecer de quienes siguiendo a Enrique Chirinos piensan que el Parlamento es en el Perú el primer poder del Estado. No obstante ser un Estado Parlamentario, el Perú es un país  presidencialista. Quizá una lectura simple de nuestras constituciones sucesivas da lugar al punto de vista parlamentarista, pero por encima o por debajo, como se quiera, de la Constitución escrita hay, como bien se sabe, una Constitución no escrita, sociológica y ella en el Perú abona a la misión del Jefe de Estado. Esto es, al menos, mi parecer y lo era el de mi padre Víctor Andrés Belaunde.

Por lo demás, si es cierto que el Perú tuvo en el pasado muy numerosas constituciones que se desplazaron unas a otras, ello no debe hacernos olvidar que al menos desde la de 1828 a la 1933 hubo un crecimiento progresivo sobre todo en materia de Derechos Humanos, también llamados Garantías Constitucionales, acompañada de alguna fluctuación a la izquierda o a la derecha; pero la estructura básica de nuestras constituciones fue hasta entonces esencialmente la misma. Se puede así hablar de una progresiva reforma constitucional. Proceso que se ha modificado a partir de 1979. Tal es al menos mi opinión y creo que hay lugar a tomarla en cuenta.

La tesis de Duverger, a quien ya hemos mencionado, tiene cumplimiento prácticamente en todo estado dotado de parlamento, éste es invento de los ingleses sobre todo a partir de la llamada Revolución Gloriosa que fue el triunfo de las ideas del filósofo John Locke. Por eso los partidos políticos nacieron en Inglaterra, se les llamó Whig y Tori según fuera su tendencia liberal o conservadora. Por ejemplo, el Primer Ministro Walpole fue Whig, no obstante sus vinculaciones aristocráticas, en cambio dos primeros ministros importantes que gobernaron durante la revolución americana y después las guerras napoleónicas, ambos de apellido Pitt, padre e hijo, fueron Toris. Pero esta es una oposición dentro del sistema que se debate y alterna en la evolución del mismo.

En cambio, la Revolución Francesa se caracterizó por ser un régimen contra el sistema en dos oleadas sucesivas: los Girondinos y los Jacobinos, estos también llamados montañeses. Ello no podía ser estable y así el golpe de Termidor le dio fin dando lugar al régimen del Directorio y al cabo al Consulado que terminaría por llevar al poder a Napoleón Bonaparte. Napoleón a la vez heredó y clausuró la Revolución Francesa pero su aguerrido y aventuresco imperio tuvo fin en la batalla de Waterloo, siguió la restauración de la monarquía legítima hasta 1830, en fin la historia es conocida.

Durante la Restauración se opusieron en Francia Conservadores y Liberales. Sus principales ideólogos fueron, respectivamente, el Conde De Bonald y Joseph de Maistre, por los conservadores, y Madame De Stael, la célebre hija de Necker, Ministro fallido de Luis XVI, más su amante Benjamín Constant por los liberales. También tuvo entre los conservadores el gran escritor Francois René de Chateaubriamd, quien abrazaba un legitimismo ideal.

Luego vinieron los radicales que trataron de hacer política inspirada en el cientificismo positivista de Augusto Compte y al mismo tiempo que ellos los socialistas, los comunistas, los anarquistas y otros que vinieron después. Cabe notar que el primer gran socialista, de los llamados por Marx, Utópicos fue Saint Simon, de noble familia, fue maestro y jefe de Augusto Compte, por lo demás me parece que su socialismo no era reñido con una forma de capitalismo, puesto que lo que él propiciaba era la industrialización. No obstante, la separación que hubo entre ambos pensadores, una contrapropuesta muy interesante y aleccionadora; después de ellos vinieron otros socialistas ingenuos como Charles Fourier y Proudhon, pero ocuparnos de ellos nos alejaría de nuestro tema central. Baste decir que Marx los llamó utópicos para contraponerlos con el socialismo científico como él calificaba su propia posición, pretendiendo que era capaz de transformar la sociedad, cosa para la cual aquellos otros se quedaban cortos. A la postre ha resultado que el marxismo es el más utópico de todos.

Volviendo al bipartidismo característico de Inglaterra cabe recordar que un fenómeno parecido se presenta en Estados Unidos con sus dos grandes partidos el Demócrata, de tendencia liberal, y el Republicano que por el contrario es conservador. Sin embargo, sus nombres no definen bien la contraposición de estos partidos puesto que ambos son demócratas y ambos son republicanos. Así funcionan las mentalidades anglosajonas pero lo hacen bien, pues nada más sabio que un régimen político bipartidario. Por añadidura, el régimen que liga a dos grandes naciones se caracteriza por la constancia de su constitución que ha sufrido modificaciones en un sentido progresivo, no en un sentido contra-histórico, por ejemplo la constitución americana, obra de los Founing Fathers a finales del siglo XVIII ha sido objeto de ciertas llamadas enmiendas, pero ellas no alteran su texto mas bien agregan normas que conciernen a derechos humanos de los cuales se tomó conciencia mucho mas tarde, en la medida de mi conocimiento, aparte de Gran Bretaña, que tiene una constitución consuetudinaria, en Europa solo Bélgica y Suiza no han cambiado su constitución inicial. La Belga data de su independencia en 1830 y la Suiza viene del mantenimiento de la Unión de la Federación por la guerra civil de 1848, en la que los Cantones protestantes impusieron una paz benigna a los Católicos. Por lo demás, el carácter consuetudinario de la constitución británica hace innecesario distinguir entre la constitución positiva y la subyacente, ambas son la misma.

En el siglo XX surgieron lo que Duverger llama partidos encuadrados, por oposición a los partidos de cuadros, los encuadrados que agobiados por la  proliferación de los regimenes de células que mantienen la disciplina dentro del partido, son por un lado el comunista y el otro el fascista, y su exageración en Alemania por el partido Nazi. Estos eran los mal llamados partidos únicos, lo cual es expresión que es una contradictio in adjecto, porque son únicos no son partidos y si son partidos no son únicos; pero ya todo esto s cosa del pasado salvo Cuba, China y otros países del Extremo Oriente. Pero eso es cosa del pasado, hoy en día todos los partidos lo son de cuadros y en ellos los ciudadanos y partidarios se mueven con más libertad.

Conviene ahora dar un salto atrás según hemos visto el proceso histórico-dialéctico de la formación de las ideas tuvo lugar de una manera muy marcada en Francia; pero no fue Francia la gran nación donde ese proceso se vertiera mejor en la dialéctica de la formación de los partidos. La razón de ello fueron las lealtades dinásticas que marcan y turban la evolución de ese pueblo  y de muchos pueblos europeos en lo que llamamos desde la revolución de 1789, la Gran Revolución. Esas dinastías fueron en Francia la Borbónica legitimista, herencia de los reyes según la ley Sálica; la dinastía Orleanista que subió al poder y gobernó en una forma más democrática en la revolución de 1830, y por último, la bonapartista que había regido omnímodamente durante el imperio de Napoleón y luego volvió a regir mas benignamente en el Segundo Imperio a partir de 1856 y hasta la derrota de 1870. Ninguna de esas lealtades dinásticas renunció a su aspiración hasta el surgimiento de la Quinta República con el general de Gaulle  en  la presidencia. Desde la revolución en Francia no hubo una legitimidad bien constituida, y ello se manifiesta en el constante cambio de constituciones. De Gaulle parece haber devuelto a Francia una legitimidad consensuada por toda la nación. Para ello le fue necesario encapsular el componente Jacobino que desde la revolución había en la política francesa.

El país que a mi entender mejor muestra el proceso de evolución de los partidos políticos es Chile, donde ha habido históricamente conservadores, liberales, radicales, etc., etc., hasta el gobierno de Allende que perturbó el cuadro y obligó al golpe de estado de Pinochet. Extinguida plebiscitariamente la larga dictadura, los partidos políticos en Chile parecen  haber vuelto a funcionar de manera normal.

Ahora bien en el proceso histórico de formación de los partidos puede advertirse una tendencia que podría llamarse secular con un corrimiento a la izquierda. Por ejemplo inicialmente, como hemos visto hubo una oposición mas o menos acrimoniosa entre los liberales y los conservadores, pero eso ya no existe. Así, la elección del Sr. Alessandri en Chile fue posible por una unificación de esos dos partidos. Algo parecido ocurrió en  Colombia en el Pacto de Sitges entre liberales y conservadores que permitió la caída de la dictadura de Rojas Pinilla, dictadura que por lo demás estaba dirigida a romper el bipartidismo tradicional colombiano. Hay mucho que decir al respecto.

Por lo demás,  hoy en día se observa una atenuación de esa tendencia del corrimiento a la izquierda la cual ha encontrado un límite en todas partes del mundo. Ahora bien, izquierdas y derechas habrá siempre  y con ello habrá también una posición de centro y cabe advertir que todo movimiento social cristiano tiende a situarse en esa posición central dando así razón a la doctrina aristotélico tomista según la cual la verdad mundanal no se encuentra en los extremos sino en el justo medio.

Al principio en el Perú la diferencia fue clara, hubo liberales y conservadores, con el anticlericalismo de aquellos bastante atenuado, en comparación con México, Colombia etc. Pero entrado el siglo XIX su oposición fue desplazada por la de civilistas y demócratas, que no constituyeron la misma cosa. Con la dictadura de Leguía el cuadro cambió y vino el APRA más otros partidos, por último la democracia cristiana representada entre nosotros por el Partido Popular Cristiano.

Viene al caso anotar que quien introdujo el social cristianismo en el Perú fue mi padre, Víctor Andrés Belaunde. Lo hizo a propósito de su polémica con José Carlos Mariategui. Este era ante todo un crítico e historiador literario, de inspiración marxista no ortodoxa a la manera del pensador italiano Antonio Gramsci,  pero se lanzó a escribir sus 7 ensayos publicándolos por entregas en la revista “Amauta” que él había fundado, y que suele ser todavía estimada como lo mas representativo de la cultura del Perú en el siglo XX. Mi padre, desde el destierro le fue respondiendo también por entregas en la revista que a su vez había fundado años antes, el Mercurio Peruano, y que no es menos representativa del valor intelectual de nuestra nación, reunidos los ensayos en libro se llamó La realidad nacional, la polémica fue cordial y amable como corresponde a altas personalidades.

También don José Luis Bustamante y Rivero quien llegaría ser presidente de la republica, escribió sobre el Perú y sobre Arequipa en sendos libritos que aquí no suelen ser conocidos porque fueron publicados en el extranjero, mientras era ministro en Uruguay, pero vale la pena mencionarlos por la pulcritud de su estilo y la corrección de su enseñanza, el propio don José Luis Bustamante intentó fundar desde el poder un partido demócrata cristiano pero falló porque su posición estaba muy debilitada. Años mas tarde durante el segundo gobierno de Manuel Prado se fundó el partido demócrata cristiano pero se apoderó de él su líder principal, el doctor Héctor Cornejo Chávez, que había sido secretario de Bustamante durante la presidencia de éste. Cornejo Chávez adoptó una posición demasiado a la izquierda, pese a ser profesor de derecho de familia y sucesiones, además eso no le impidió apegarse al gobierno militar de la Fuerza Armada y aceptar la dirección del Comercio, decano de la prensa nacional, cuando ese gobierno intervino en los periódicos. Cornejo ejerció dominio en el partido que excluyendo a los otros líderes que pensaban distinto, esto llevó a Luis Bedoya Reyes, el Tucán, a rebelarse y formar el Partido Popular Cristiano. Lo acompañó Ernesto Alayza Grundy ya fallecido. Al principio no lo acompañó mi primo mayor Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio, insigne bolivariano a quien Dios viene premiando con una larga vida, pero él adhirió después.

Mi amigo Willy Quevedo es militante del Partido Popular Cristiano y su libro que estamos presentando obedece a un propósito de lucha intrapartidaria. El ataca a Kouri y favorece a Lourdes Flores Nano, lo cual me parece muy bien. En efecto Kouri siendo alcalde del Callao se arrogó el derecho de tomar medidas que yo encuentro incorrectas, me refiero a que la Provincia Constitucional, como se llamaba antes, albergaba posesores de lotes de tierra precarias y Kouri se permitió repartirles ciertos documentos que pretendían ser una validación de esas presunciones, cosa enteramente ilegal e inaceptable. Espero que doña Lourdes no abrigue sentimientos ni actitudes similares.

Una última observación por mi trato con mi amigo Willy Quevedo, que en buen castellano significa Guillermo,  sé que él es bastante anti-chileno. Me resulta claro que para cualquier peruano es difícil olvidar el pasado, pero no conviene exagerar. Si nuestra relación con Chile no debe ser ingenuamente confiada, por lo menos debe ser correcta y de ninguna manera puede alegrase de la tremenda desgracia que acaba de asolar al país vecino. Por  eso yo me felicito que el Presidente de la Republica Sr. Alan García haya volado a Chile, concretamente a Santiago, a presentar su pesar a las autoridades chilenas y ofrecerles nuestra ayuda. Eso es lo que corresponde a un país humano  y cristiano como es el nuestro. Tal cosa es todo lo que quiero decir hasta ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario